Crónica XXIV Encuentro en Valencia (30-31 octubre 2011)

Por Francisco J. García. Fotos: Francisco J. García y Euse Sánchez

Los presagios no eran nada buenos: temporales, lluvias fuertes, “alerta naranja” en el Levante durante todo el fin de semana… Pero bueno, con paciencia, tranquilidad y confianza en el motor… del limpiaparabrisas, todos fuimos llegando a la sede del Encuentro sin mayores percances a lo largo del sábado, aunque no quedasen fuerzas para la visita y cena a Valencia capital. 

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El domingo amaneció soleado, como recompensa al empeño de los participantes. Tras completar el procedimiento de inscripción, y recibir a los 3 participantes alicantinos que participaban sólo durante la primera jornada, completamos en Beniparrell la lista de 18 coches, entre los que se contaban el R5 Lauréate Turbo de Alejandro Martínez, y los “coches-guía” 4/4 y Ondine de Emilio Muñoz y Ana Montero, flamantes socios de Beniparrell y colaboradores de la organización del Encuentro (a cargo de Jose Herrero y Jordi Vicente).

Fuimos guiados, pues, hasta Puerto de Silla, en cuyo pequeño embarcadero nos esperaban las tres barcas (rápidamente rebautizadas como la Pinta, la Niña y la Santa María –que navegaba bajo “pabellón Vasarely”-) en las que visitaríamos la Albufera. Especial mención a la que iba propulsada por un bicilíndrico de 2 CV (que dejó un imborrable “recuerdo” en nuestros oídos tras las dos horas y media de paseo) y pilotada por el propio Emilio Muñoz. Durante el paseo no faltó el “piscolabis”, cuyos preparativos también podrían ser denominados “lanzamiento de bote desde el bote”.

Tras el paseo, el día ya parecía prácticamente estival, y con ese sol radiante nos llegamos hasta El Palmar, para “invadir” las estrechas calles y degustar el delicioso arroz con bogavante… precedido de más comida de la que habríamos imaginado. Recomendación: si vais, sed cautos con el primer plato, que vale la pena dejar sitio para el segundo.

Por la tarde, un nuevo paseo agradable, ahora hasta Cullera, que en esa época impresiona por lo solitario de su “colmena” de apartamentos vacacionales. Subimos hasta el Castillo, y disfrutamos del atardecer desde allí arriba, agradeciendo por enésima vez que las lluvias nos hubieran concedido una tregua.Nos despedimos –hasta la próxima- de los que ya terminaban allí su participación, regresamos a Beniparrell, ya anochecidos, y tras las Asambleas, cena muy informal y campechana en el propio restaurante del Polideportivo Municipal. De ahí, a descansar o no (para la mayoría fue que sí, porque el día había sido largo y bien aprovechado)

El domingo ahí seguía el sol, puntual para nuestra cita en l’Oceanogràfic de la capital del Turia, más que un servidor (que tardó mucho menos en llegar a l’Oceanogràfic que en encontrar el acceso al aparcamiento…). Tras dejar los coches en manos de uno de los símbolos posmodernos de la ciudad (un “gorrilla”), iniciamos la visita en grupo, guiados por María José Zanón (la mujer de Jose Herrero, y ahora también flamante socia y madre de socio). La visita, más que recomendable, tuvo su punto álgido en el delfinario, cuando nuestra “delegación daimieleña” en pleno (padre e hija) demostraron públicamente sus dotes artísticas.

Tras la visita, un nuevo paseíto hasta Catarroja a buen ritmo, tan bueno que alguna que otra “pérdida” (por fortuna temporal) hubo que lamentar. Allí, en la Masía de las Estrellas, le hicimos todos los honores a un menú que tuvo su punto culminante, cómo no, en los arroces. Y, de postre, nada menos que “campaña de captación de socios en vivo y en directo” por parte de Pedro (ver los resultados en la lista de socios)

Por la tarde, y tras nuevas despedidas, decidimos llegarnos de nuevo hasta la capital, para pasear un rato por la Malvarrosa. Hacía tan buen tiempo, que unos cuantos llegaron hasta la misma orilla del agua… y un poco más allá.

De nuevo en Beniparrell, y como aperitivo de la cena, una “sesión práctica de mecánica grupal”, con mi coche como “paciente” y el elevador de Emilio Muñoz como “mesa de operaciones”. ¿Cuántas personas son capaces de intervenir a la vez sobre la misma pieza? La respuesta, en la foto adjunta. Después, “cómo no”, una traca.

En la cena de gala, en Casa Quiquet, todavía hubo tiempo para las sorpresas, aunque las grandes incógnitas habituales (“dónde serán los próximos Encuentros”) estaban esta vez más que despejadas: la primavera que viene en Daimiel, y el otoño en Soria. “Aixina” que allí nos veremos.

 

 

 

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Esta entrada fue publicada hace 12 años en Crónica, Crónicas de Encuentros, Encuentros

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