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XIII Trobada Catalana. Cerdanya i Conflent.

publicado el martes, 28 de julio de 2009 por toniquer

27-28 junio de 2009

Programada inicialmente para 2008, finalmente conseguimos el mínimo quórum necesario para llevar a cabo la Trobada Catalana por la Cerdanya (Baixa y Haute) y el Conflent, zonas estas dos últimas pertenecientes a la región conocida como Catalunya Nord, y ubicadas dentro del territorio francés.

9 coches (de los que 7 participaron en el programa completo de 2 días) se dieron cita el sábado por la mañana en el Santuari de la Gleva, comarca de Osona, para dar buena cuenta de un almuerzo que les predispuso a la larga ascensión pirenaica, a través de la Collada de Toses y la Molina. Tras pasar a Francia desde Puigcerdà, llegamos a Mont-Louis, donde los coches se quedaron quietos hasta el día siguiente. Era el momento, tras la comida «al límite del horario francés», de efectuar el recorrido en el «tren amarillo» (Train Jaune), un centenario y entrañable ferrocarril, hoy en peligro de desaparición tal y como lo hemos conocido siempre, por «modernización». Tuvimos la suerte de poder disfrutar, tanto a la ida hasta Olette como a la vuelta, del placer de ocupar el vagón «jardinera», descubierto y más parecido a un vehículo del parque de atracciones, que a un tren.

Por la tarde, estuvimos paseando por el interior de Mont-Louis, pueblecito con el encanto añadido de estar ubicado dentro de una auténtica fortaleza, que se conserva perfectamente. Por la noche, la cena fue reseñable por su singularidad, con un aperitivo a base de «sangría de polvos que brotaba de un pato», una raclette a la que le costó arrancar en frío, y un concurso de porrón y disco-móvil cuyos detalles dejaremos para el recuerdo personal de los asistentes…

El domingo conseguimos «madrugar», y tocó disfrutar del recorrido similar al realizado la víspera en tren, pero esta vez por la sinuosa carretera RN-116, que lleva hasta Villefranche-de-Conflent, coqueta población amurallada y muy turística. Tras la visita a pie, nuevamente a los coches para dirigirnos a St. Michel-de-Cuxa, abadía con mucha historia a cuestas. Tras otra breve visita, de vuelta a los coches, y esta vez sí que fue para un buen rato «non-stop» por carreteras mucho menos que secundarias, casi solitarias y muy, muy entretenidas. Desde Arles, carretera más convencional, pero constantemente en pendiente, ya que se trataba de volver a cruzar los Pirineos, ahora «hacía aquí», y eso lo hicimos por el Col d’Ares, viejo conocido de algunas Trobades atrás. Ya en casita, regreso plácido por el trazado (casi «estrenando» los túneles de Bracons) pero un poco agitado por el ligero retraso, hasta donde empezó todo: nuevamente comarca de Osona, y una comida mejor que buena, en un «reservado» -¿qué más se puede pedir?- en Ca L’Arumí, de Santa Eugènia de Berga. Plan muy familiar -una docena de personas es lo que permite- y la satisfacción de haber pasado un excelente fin de semana con amigos. Esta vez, el 13 no fue el número de la mala suerte, sino el de la Trobada que permitió sacarse la mala espina de la cancelación del año pasado.